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El Cabrero

“ese sería el lugar donde su negocio continuaría creciendo como siempre lo habían imaginado”

El 20 de octubre de 2018, don Germán recibió la aprobación de un crédito para su negocio de bicicletas. Gracias a su esfuerzo y reconocimiento en el barrio, el negocio familiar ha ido creciendo paso a paso. Su hijo Fernando, un apasionado de las bicicletas, comenzó a montar una bicicleta ensamblada por su padre a partir de piezas rescatadas de una venta de chatarra.

Así fue como don Germán inició su negocio, apoyando a su hijoy sus amigos al armar bicicletas, mientras Fernando aportaba su conocimiento sobre las tendencias y las necesidades del público.

El año pasado, durante una competencia en Santander, Fernando conoció un pájaro llamado Cabrero. En medio de la carrera, cuando una pierna empezó a encalambrarse y su mente a bloquearse, el canto del ave atrajo su atención. Los colores vibrantes del Cabrero le cambiaron la perspectiva, recordándole que debía disfrutar la carrera y no enfocarse solo en la competencia.

Con el crédito aprobado, don Germán salió a buscar un local para expandir su negocio. Caminando por las calles de Mosquera, se encontró con su hijo en una panadería del barrio. Le comentó su intención de encontrar un lugar agradable para los clientes y que permitiera dar a conocer la marca en la ciudad. Al caer la tarde, un destello de luz cegó momentáneamente a Fernando, causado por el reflejo de un edificio de tres pisos en la esquina de la siguiente cuadra.

Al acercarse, don Germán y Fernando quedaron impresionados por la elegancia del edificio. Tenía un local de doble altura en la planta baja y un tercer piso libre para oficinas y almacenamiento. Coincidentemente, ese día estaban terminando los acabados finales y se encontraron con el dueño, quien les comentó que el edificio se llamaba "El Cabrero". La coincidencia avivó en Fernando la certeza de que ese era el lugar ideal para su negocio.

Decidieron conocer el inmueble. Al entrar, la doble altura se hizo aún más imponente. Una escalera metálica y escultural unía los dos primeros pisos, creando un espacio ideal para diferentes usos. Al fondo, un patio interno cubierto aportaba luz natural, iluminando todo el entorno. La fachada, con pantallas de ladrillo de gran formato, jugaba con luces y sombras, creando un ambiente acogedor y atractivo. El tercer nivel, una planta libre, despertó en don Germán varias ideas para aprovechar el espacio.

Al finalizar el recorrido, tanto don Germán como Fernando no tenían dudas: ese sería el lugar donde su negocio continuaría creciendo como siempre lo habían imaginado. Con la decisión tomada, don Germán y Fernando comenzaron a planear la mudanza y las nuevas estrategias para atraer a más clientes.

El negocio familiar de bicicletas estaba listo para dar un gran salto, consolidándose como un referente en la ciudad y continuando la tradición que había comenzado con una simple bicicleta ensamblada a partir de chatarra.